Los cafés innovan cobrando por la estancia - Hakatt

Los cafés innovan cobrando por la estancia

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"El tiempo es dinero." Esta expresión adquiere un nuevo significado en los cafés españoles, donde una tendencia audaz e innovadora está transformando la forma en que los establecimientos ganan dinero.

En lugar de cobrar por los pedidos realizados, algunos cafés están implementando un modelo que tiene en cuenta el tiempo que el cliente pasa en la mesa. La idea, que ya ha suscitado acalorados debates, está atrayendo la atención debido a su impacto en la experiencia del consumidor y la rentabilidad del sector.

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El cambio en el modelo de cobro está en línea con una realidad que viven muchos comerciantes: la ocupación prolongada de las mesas, a menudo con consumo reducido, puede perjudicar el flujo de clientes y limitar el potencial de ganancias. En este nuevo formato, la duración de la estancia se convierte en un factor de monetización, fomentando una mayor rotación de personas y, en consecuencia, incrementando la facturación de los establecimientos.

Pero ¿cómo funciona realmente esta estrategia? El concepto implica el uso de dispositivos o sistemas para calcular el tiempo que cada cliente pasa en el sitio. A partir de este momento se cobra una cantidad fija por minuto u hora, dependiendo de la política de cada cafetería.

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Este enfoque ha dividido opiniones y planteado una serie de preguntas: ¿está el consumidor dispuesto a pagar por tiempo en lugar de por consumo? ¿Están los establecimientos preparados para afrontar los desafíos de esta nueva lógica?

Además de explorar los pros y contras de este modelo, es importante comprender el contexto cultural y económico que motivó esta innovación. La relación de los españoles con el café, el impacto de la pandemia en el sector y los cambios en los hábitos de consumo son solo algunos de los factores que ayudan a explicar por qué esta idea está ganando terreno.

Ya sea para quienes ven el tiempo como un recurso preciado o para quienes prefieren disfrutarlo sin prisas, la práctica de cobrar por alojarse en un café tiene implicaciones que van más allá de la cuenta final.

Descubra los detalles de esta tendencia, las historias detrás de ella y cómo este enfoque está dando forma al futuro de la hospitalidad.

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El concepto de cobro por estadía: ¿cómo funciona?

La idea de cobrar a los clientes por alojarse en cafeterías no es nueva, pero ha ganado fuerza en los últimos años en varias ciudades de España. Este modelo consiste en calcular el precio de la experiencia no sólo en función del consumo de comida o bebida, sino también del tiempo que el cliente pasa en la mesa. En la práctica, los establecimientos introducen un valor fijo por minuto u hora, que se añade al consumo total.

El modo en que funciona es bastante sencillo: al entrar en la cafetería, el cliente es informado sobre la política de cobro según el tiempo. Algunos establecimientos utilizan relojes o cronómetros individuales, mientras que otros prefieren calcular el tiempo basándose en las horas de llegada y salida, registradas manualmente o mediante un sistema digital. Esta práctica ha demostrado ser especialmente popular en cafés que ofrecen servicios adicionales como coworking, acceso Wi-Fi de alta velocidad o espacios de lectura.

Entre los argumentos a favor del modelo está la posibilidad de optimizar el uso del espacio y garantizar un flujo constante de clientes. Por otro lado, hay quienes critican este enfoque, alegando que puede limitar la experiencia de socialización, tan tradicional en los cafés españoles. El equilibrio entre ofrecer una experiencia placentera y rentable sigue siendo el principal reto para los propietarios de estos establecimientos.

Adaptando el modelo al estilo de vida local

España es conocida por su cultura de café, donde la gente pasa horas charlando, leyendo o simplemente viendo pasar la vida. Se trata de un hábito muy arraigado en el estilo de vida español y, por tanto, implementar un modelo de facturación basado en el tiempo requiere una adaptación cuidadosa. A diferencia de países donde el ritmo de vida es más rápido, como Japón o Reino Unido, los españoles valoran la lentitud y la tranquilidad de los momentos en los cafés.

Para adaptarse a esta realidad, muchos empresarios han optado por flexibilizar el modelo. En lugar de cobrar desde el primer minuto, algunos establecimientos ofrecen un periodo inicial gratuito, normalmente de entre 15 y 30 minutos. Este tiempo permite al cliente decidir si desea permanecer más tiempo, pagando por el uso del espacio, o trasladarse a otra ubicación. En otros casos, las cafeterías implementan un sistema híbrido, que combina la facturación basada en el tiempo y el consumo mínimo obligatorio.

Además, la ubicación del café también influye en la aceptación del modelo. En las zonas urbanas, donde el ritmo de vida es más rápido, la práctica ha encontrado mayor aceptación. En ciudades más pequeñas, donde la costumbre de pasar largas horas en cafés es más frecuente, la reacción ha sido más conservadora. Esto demuestra que la adaptación no es sólo una cuestión de negocios, sino también de respeto al modo de vida local.

Ventajas económicas para los establecimientos

La implementación de la facturación basada en el tiempo puede traer ventajas significativas a los propietarios de cafés, especialmente cuando se trata de optimizar los ingresos y controlar el flujo de clientes. En un modelo tradicional, es habitual que las mesas estén ocupadas durante horas con un consumo mínimo, lo que puede perjudicar las ganancias del establecimiento. El sistema basado en el tiempo, por el contrario, convierte la permanencia en el cargo en una fuente directa de ingresos.

Esta estrategia también fomenta la rotación de mesas, permitiendo que más personas accedan al espacio a lo largo del día. Además, muchos cafés que adoptan esta práctica invierten en mejoras del entorno, como asientos más cómodos, decoración diferente y recursos tecnológicos, como enchufes e internet de alta velocidad. Estas mejoras hacen que el espacio sea más atractivo para trabajadores remotos, estudiantes y lectores, segmentos que tienden a valorar el tiempo pasado en el sitio.

Por otra parte, los costos operativos también pueden aumentar. La introducción de sistemas para monitorear el tiempo de permanencia, como aplicaciones o relojes digitales, requiere una inversión inicial y mantenimiento. Aun así, muchos propietarios de negocios reportan una mayor rentabilidad, especialmente en zonas con alta densidad de población y alto tráfico turístico, donde la rotación de clientes es esencial para maximizar las ganancias.

Impacto en la experiencia del cliente

El cambio a un modelo de facturación basado en el tiempo ha generado reacciones mixtas entre los clientes. Para muchos, la posibilidad de disfrutar de un espacio bien equipado y con servicios adicionales justifica el pago. Sin embargo, otros ven esta práctica como una ruptura con la tradición de los cafés como lugares de socialización y ocio.

Una de las principales preocupaciones planteadas es el impacto en la experiencia emocional del cliente. Los cafés son tradicionalmente lugares de relajación, donde la gente puede olvidarse del reloj y disfrutar del momento. Introducir un cargo basado en el tiempo, incluso si tiene buenas intenciones, puede crear un entorno de mayor presión donde los clientes se sientan apurados a consumir e irse.

Por otro lado, hay quienes valoran la transparencia y claridad del modelo. Saber exactamente cuánto se les cobrará por su tiempo permite a los clientes planificar mejor su estadía. Además, muchos establecimientos que han adoptado esta práctica destacan por la calidad de su servicio y ambiente, lo que contribuye a una experiencia más placentera y justifica el costo.

Reacción pública y críticas al modelo

Aunque la idea fue bien recibida por un público más joven y digitalizado, no todos estuvieron a favor de la práctica. Uno de los principales puntos de crítica es el impacto en la accesibilidad. Para muchos, un café es un espacio democrático, donde todos pueden relajarse independientemente de su poder adquisitivo. Cobrar por tiempo puede ahuyentar a quienes no pueden afrontar el costo adicional, restringiendo el acceso a un público más selecto.

Otro contraargumento es la posible reducción de la espontaneidad que caracteriza la experiencia del café. Al tener un temporizador en mente, los clientes pueden sentirse presionados a consumir rápidamente o acortar sus interacciones sociales, algo que contrasta con la esencia de las cafeterías en España.

Aún así, se están haciendo esfuerzos para mitigar estos problemas. Muchas empresas están adoptando políticas flexibles, como precios reducidos durante horas de menor actividad o descuentos para estudiantes y trabajadores remotos. La intención es equilibrar la rentabilidad con el mantenimiento del espíritu acogedor que define a los cafés en la cultura española.

Historias de éxito y lecciones aprendidas

A pesar de las críticas, varios cafés en España han logrado implementar con éxito el modelo de facturación basado en el tiempo. Un ejemplo es “Café por Minuto”, ubicado en Madrid, que ha conseguido atraer a un público diverso ofreciendo un ambiente acogedor, con acceso gratuito a libros, juegos de mesa y wifi de alta velocidad. El establecimiento también ofrece café y té ilimitados, lo que añade valor a la experiencia y justifica el coste por hora.

Otro caso destacable es el de una cafetería de Barcelona que adoptó un sistema de suscripción mensual para clientes habituales. Por una tarifa fija, los clientes pueden utilizar el espacio sin limitaciones de tiempo, lo que ha creado una comunidad leal de trabajadores remotos y autónomos. Este modelo híbrido demuestra que es posible atender diferentes perfiles de clientes manteniendo la rentabilidad.

Los propietarios de estos establecimientos destacan la importancia de una comunicación clara sobre las normas de cobro. Además, enfatizan la necesidad de crear un ambiente que ofrezca más que sólo café, como comodidad, actividades y exclusividad. Estas lecciones han servido de inspiración para otros emprendedores que quieren adoptar prácticas similares.

Conclusión

La expresión “el tiempo es oro” adquiere una nueva dimensión en los cafés españoles que han adoptado la estrategia de cobrar a los clientes por permanecer en su mesa. Este enfoque innovador refleja una adaptación al mercado moderno, donde el uso eficiente de los espacios comerciales se vuelve esencial. Con la creciente popularidad de los cafés como espacios para el trabajo remoto y la socialización prolongada, los propietarios de cafés enfrentan el desafío de equilibrar la hospitalidad con la rentabilidad. Cobrar por tiempo ofrece una solución creativa para aumentar la rotación de clientes, optimizando los ingresos sin necesariamente aumentar los precios de los productos.

Por otro lado, esta práctica genera debates sobre la experiencia del cliente y los cambios en el comportamiento del consumidor. Si bien algunas personas pueden considerar que cobrar por tiempo es un incentivo para ser productivas, otras pueden sentir que reduce la sensación de comodidad y bienvenida tradicionalmente asociada con las cafeterías.

En definitiva, esta tendencia supone un paso audaz en la reinvención del sector gastronómico, adaptándose a las exigencias de un mundo cada vez más acelerado. Al mismo tiempo, desafía a los empresarios a encontrar un equilibrio entre la innovación y la tradición. ¿Esta idea se expandirá a otros países o se quedará en exclusividad española? Sólo el tiempo –y los clientes– lo dirán. ☕